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ISSN 1989-4163

NUMERO 93 - MAYO 2018

La Olvidada Pintora Violada

Carmelo Arribas

En el s. XVI/ XVII todavía no había nacido el doctor Freud y cada uno se quitaba sus traumas y frustraciones como podía. Cuando se ve el cuadro Judith y Holofernes, de Artemisia, se aprecia en la cara de la judía bíblica, posiblemente un autorretrato de la pintora, un expresión de satisfacción casi sádica. Y no era de extrañar, ya que esta magnífica artista, cuya obra se atribuyó en gran parte a su padre ( de una mujer no se podía esperar semejante calidad) sufrió en carne propia los condicionantes de una sociedad machista.
Sin embargo el historiador latino Plinio el viejo, nos cuenta como el arte del retrato en arcilla y en cierta manera de la escultura, surgió de la mano, de la hija de Butades de Sicyón (s. VII a.C. La historia cuenta, como esta nació del amor. Cuando el joven novio de ella partía para un lejano viaje, para guardar su recuerdo, dibujó el contorno de las líneas de la sombra de su rostro que  una lámpara proyectaba contra la pared, su padre viéndolo creó una imagen en arcilla y su nombre quedó en la historia del arte como el creador del retrato .

LA PINTORA DE LA VENGANZA

La obra de Artemisia, se confundió durante mucho tiempo con la de su padre, Oracio Gentileschi.

“Todos conocemos al pintor naturalista Gentileschi, pero más de uno hemos confundido alguna vez alguna de sus obras con las de su hija Artemisia (Roma 1593- Nápoles 1652) debido a la ignorancia de su existencia y a la incapacidad de concebir una mujer capaz de expresar con tanta fiereza visual y psicológica el Asesinato de Holofernes a manos de Judith”.(1)

No es de extrañar esta confusión en los entendidos. No era fácil, hasta ahora, llegar a pensar, que una mujer fuera  la autora de unos cuadros tan violentos, como los salidos de su mano. Por otra parte el estilo de Artemisia, es muy semejante al de su padre, de la que fue  discípula y ayudante. (2) "Fue un animal raro en la Roma de los Papas”.

Todas  estas circunstancias predisponían al error.

Sobre ella escribió en Italia en los años cuarenta (1947), la novelista Anna Banti, una conocida novela histórica,  “Artemissia”, recientemente traducida al español, y que refleja la vida de esta mujer que a los quince, (la novelista coloca el episodio a los 14 años), fue violada por su profesor de perspectiva, Agostino Tassi.
(3) Agostino, era amigo y colega de su padre Orazio Gentileschi, y colaboraban ambos en la decoración del Casino de las Musas de Scipione Borghese. Tras la violación, se esperaba que Agostino reparara esa afrenta con el matrimonio. Pero faltó a esa promesa, entre otras cosas, porque ya estaba casado. Un año después de la violación, al descubrir el engaño, Orazio le denunció acusándole de violación, y a Cósimo Corliani, cómplice de la misma, de haberle robado un cuadro.

Su denuncia, más tuvo que ver con la falta de cumplimiento de la promesa de matrimonio, y con el robo, que con la violación.
El abogado de Tassi, la acusó de comercio carnal con diversos hombres. Esto le llevó a un auténtico calvario de revisiones ginecológicas, ante prelados y soldados, (circunstancia que influiría enormemente en su trayectoria personal y artística, condicionando los temas de sus obras), y ella que era la ofendida tuvo que sufrir la tortura, con la aplicación de  las “sibilli”, tormento que consistía en apretar los dedos de las manos con una cuerda, hasta que el torturado dijera la verdad. Este tormento le podía producir un daño doblemente doloroso, ya que no sólo le producía una lesión física, sino que no era menor el peligro de que la tortura, aplicada a sus dedos, pudiera provocarle una incapacidad que la inutilizara para el ejercicio de la pintura.

Su padre orgulloso de las facultades de su hija decía de ella, que a los tres años pintaba obras, “que quizás los principales maestros de esta profesión no llegan a saber”.

Viendo el cuadro, pintado a edad temprana, “Susana y los viejos”( 1610), basado en el conocido relato bíblico, se descubre además de su atormentado mundo interior, que efectivamente, su padre no pecaba de exageración al afirmar la calidad de su pintura.

La joven Susana, con la que parece identificarse, se encuentra desnuda en una escena, que más parece desarrollarse ante un tribunal que en un jardín recién salida del baño, como narra la Biblia. Tras sí, dos personajes masculinos, que no representan la edad que el relato bíblico les asigna, la miran y acosan.

Así se cuenta el episodio en el libro de Daniel (13, 1-58);
“Moraba en Babilonia un varón, cuyo nombre era Joaquín. Había tomado por mujer a una llamada Susana...muy hermosa y temerosa de Dios...Era Joaquín muy rico, y tenía contiguo a su casa un jardín frutal.

Concurrían a su casa los judíos por ser él el más ilustre de todos.
Aquel año habían sido designados jueces dos ancianos de esos de quienes dijo el Señor: Salió la iniquidad de Babilonia de los ancianos constituidos en jueces...Frecuentaban estos la casa de Joaquín...Hacia el mediodía, cuando el pueblo se había retirado, entraba Susana en el jardín de su marido para solazarse y viéndola cada día los dos ancianos entrar y solazarse, sintieron por ella una pasión vehemente...

Ambos estaban heridos de amor por Susana, pero no se lo habían comunicado entre sí, porque sentían vergüenza de confesarse uno a otro su pasión y el deseo que tenían de unirse a ella y a porfía buscaban cada día la ocasión de verla. Dijeronse pues el uno al otro: Vamos a casa que es la hora de comer. Y salieron cada uno por su lado, pero dando la vuelta, vinieron a juntarse ambos en el mismo sitio. Preguntándose  la causa, se declararon su pasión y en común espiaron el momento de poder hallarla sola.

Mientras esperaban la oportunidad entró Susana en el jardín, como de costumbre acompañada sólo de dos doncellas, para bañarse, porque hacía mucho calor. Nadie había allí, fuera de los dos ancianos que la observaban. Y dijo a las doncellas: Traedme el aceite y los ungüentos y cerrad las puertas que voy a bañarme...
En cuanto salieron las doncellas se levantaron estos  y se acercaron a Susana diciéndole: Las puertas están cerradas, nadie nos ve y nosotros ardemos de pasión por ti: consiente pues y entrégate a nosotros: de lo contrario daremos testimonio contra ti de que estabas con un joven y por eso despediste a las doncellas...
Si me niego, no escaparé de vuestras manos. Mas prefiero caer inculpable en vuestras manos a pecar contra el Señor.

Y levantando ella la voz, la levantaron también los dos ancianos contra ella. Corrió uno de los dos a abrir las puertas del jardín...Y luego que los ancianos se explicaron, quedaron los siervos grandemente confundidos. “ (4)

Durante mucho tiempo se consideró que este cuadro, pese estar firmado y fechado por Artemisa había sido realizado por su padre, ya que parecía impropia la seguridad y perfección con que fue realizado, en una niña de diecisiete años. Se llegó incluso, a interpretar como fecha de su confección el 1619, en lugar de 1610. Pero no era nueva esta duda, ya que su cuadro  la: “Virgen con niño”, pintada en 1609, se había atribuido a diversos autores, desde Giovanni Baglioni a Giovanni Francesco Guerrieri (5).

Susana y los viejos”, es una obra que muestra del calvario psicológico, que esta bella mujer tuvo que pasar, y de la que hablan sus contemporáneos con admiración, tanto por su hermosura, como por sus conocimientos artísticos.

Quizás como una respuesta de reafirmación, y compensación interior a los problemas sicológicos que sufrió, sus autorretratos son muy abundantes, siendo fácilmente reconocible en la persona de algunas de sus heroínas, como en “L´ínclinazione”.

Miguel Ángel Buonarroti, sobrino del gran Miguel Ángel, quiso decorar la galería de la Casa Buonarroti. Para este trabajo había contratado a los más importantes pintores florentinos del momento, Giovanni de S. Giovanni y Giovanni Bilivert. La única artista no florentina era Artemisa. Y además fue contratada, cobrando incluso el doble que los otros pintores, lo cual ya es indicativo de su fama y cotización.

No sería este el único fracaso sentimental, pero siempre le acompañó una inmerecida fama de promiscua, era el sino de las mujeres, nunca se les admitiría en un juicio contra los hombres que ellas eran las víctimas.


(1)      Arenal Victoria Eugenia. Arte Ver y Leer. Revista Jano 12-18 de Mayo de 2000. Vol.LVIII. nº 1345.

(2)     Revista "El Punto de las Artes" 28 de junio al 4 de julio de 1991. Muestra Antológica en Florencia de Artemisa Gentileschi.

(3)     Pérez Carreño Francisca. Artemisia Gentileschi. Vol. 13 . El arte y sus creadores. Ed. Historia 16.

(4)     Nacar Colunga. Sagrada Biblia. Octava edición. Ed. BAC.1958.

(5) Pérez Carreño Francisca. Artemisia Gentileschi. El Arte y sus Creadores. Vol. 13. Ed. Historia 16.

 


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